Por: Laura Rosales
No
tengo ninguna ilusión acerca de que mi trabajo haga un cambio material, social…
yo no creo que eso sea posible. Por supuesto que cuando era joven lo pensaba…
“podemos cambiar el mundo” …no pienso eso ahora.
Pero
no soy un pesimista, ahora me siento mucho más alentado por las actividades
locales, en un nivel más pequeño. No creo que mi trabajo tenga alguna vez un
gran éxito comercial, y no lo quiero, no lo necesito… y creo que aún así no
cambiaría nada. Pero si doy un concierto, y una persona y sus ideas son seriamente afectadas por lo
que hice , y esa persona viene a mí y me lo dice… lo encuentro maravilloso… y
eso me pasa con frecuencia.
Fred Frith, Step Across The Border, 1990.
El 29 de
septiembre de 2011, como parte de la Cátedra Extraordinaria Ingmar Bergman
promovida por la UNAM, el músico e improvisador Fred Frith ofreció en México
una charla respecto a los procesos de producción creativa involucrados en sus
trabajos de musicalización y sonorización de materiales cinematográficos. En
esa sesión, Frith reflexionaba acerca de las diferencias entre musicalizar y
sonorizar cine de ficción y documental, y mencionó que:
“…en una
película de ficción, añadir música implica contextualizar la narración,
mientras que en el documental permite aislar los sonidos para contar la
historia por sí mismos, el sonido de la cotidianidad de las personas con una
gran riqueza de ritmos. Así que para aprovechar ese recurso sólo es necesario
prestarle atención” [1].
La frase anterior
cobra un sentido avasallante cuando lo que se documenta es la vida de un
artista sonoro.
Para la
realización de Step Across The Border,
los directores Nicolas Humbert y Werner Penzel documentaron el día a día de
Frith entre 1988 y 1990, siguiendo sus actividades a través de Japón (Tokyo,
Osaka, Kyoto), Italia (Verona), Francia (Saint-Remy de Provence), Alemania
(Leipzig), Inglaterra (Londres, Yorkshire), Estados Unidos (Nueva York) y Suiza
(Zurich, Bern).
Volviendo a ese
2011 de la Cátedra Extraordinaria Ingmar
Bergman (que, por cierto se realizó en las instalaciones del MUAC) recuerdo
que Frith hizo una broma respecto a cómo fue que lo convencieron de grabarlo
durante casi tres años “me dieron mucho vino y queso, estaba algo borracho”
(guiño).
Rodado en 35
milímetros, en blanco y negro, este documental obtuvo el premio al Mejor Documental del European Film Award, en 1990. A través
de sus imágenes podemos ver múltiples e interesantes momentos de la vida
cotidiana del artista: Frith en la guitarra (el instrumento que descubrió a los
13 años y al que más ha recurrido desde entonces), Frith dirigiendo a otros
músicos, Frith tarareando, silbando, gruñendo y gritando, produciendo sonidos
hipnotizantes que siempre nos sorprenden; Frith golpeando una guitarra, dejando
caer semillas, y cerillos sobre sus cuerdas… haciendo evidente la influencia
que John Cage ejerció sobre él, como sobre muchos otros hombres y mujeres. Y es
que, en 1939, probablemente en la Cornish
School of Music de Seattle, John Cage escribiría el ensayo Objetivo: nueva música, nueva danza, en
el que, entre otras cosas, anotaría lo siguiente:
“En la actual etapa de
revolución, está justificada una saludable anarquía. Es necesario llevar a cabo
experimentos golpeando cualquier cosa —cazuelas de latón, cuencos, tuberías de
hierro—, cualquier cosa que caiga en nuestras manos. No solo golpear, sino
frotar, hacer sonidos de cualquier forma posible” [2].
Tres años después,
en el 42, un Cage recién llegado a Nueva York profundizaría en sus experimentos
con un instrumento que él mismo había inventado, el “piano preparado”, un piano
que entre las cuerdas tenía objetos que alteraban sus sonidos.
Conocedor y
admirador de la obra de Cage, Frith ha hecho algo parecido con guitarras,
colocando toda suerte de objetos entre sus cuerdas, o bien, dejándolos caer
sobre ellas, ampliando las posibilidades sonoras del instrumento. Su labor en
la experimentación sonora le ha valido un Doctorado Honorario en la University of Huddersfield en West
Yorkshire, Inglaterra, y es que Fred Frith no tiene una educación musical
formal (tiene un grado en Literatura inglesa y un posgrado en el mismo campo de
estudios), pero sus contribuciones a la música son valoradas.
Step
Across The Border
no sólo explora la improvisación sonora a través de los procesos creativos de
Frith, explora también los principios del Cinema Directo: la cámara en mano,
escenas no controladas, incertidumbre creativa,
la pretensión de una filmación “directa” espontánea de la realidad. Así,
el filme adquiere un valor que va más allá del que podría adjudicársele por el
mero registro de las actividades de un músico.
Lo que verán son
90 minutos de instantáneas de Frith en múltiples escenarios, en los que
frecuentemente es acompañado por amigos (artistas sonoros, músicos,
improvisadores) que ensayan y experimentan a su lado. Gran parte de la música
de este filme es producto de la improvisación sonora. Verán también algunas
secuencias en las que Frith habla sobre su concepción del arte, su experiencia
como improvisador, su temor a bailar con las chicas. No encontrarán
indicaciones en pantalla respecto a los nombres de los acompañantes de Frith o
respecto a los lugares en los que se filman los hechos, pero no son necesarios
para reflexionar en torno a la avasallante (y frecuentemente ignorada) naturaleza sonora de nuestras
vidas
Si se animan
pueden ver aquí el documental completo:
Si lo descargan,
encontrarán subtítulos acá:
Concluyo con una
frase de Tarkovski, de su libro La
función del arte, citada parcialmente por Frith en Step Across The Border:
“La gran función del arte es
comunicar, ya que el mutuo entendimiento es una fuerza que une a la gente y el
espíritu de comunión es uno de los aspectos más importantes de la creación
artística. Las obras de arte, a diferencia de las obras científicas, no tienen
ningún objetivo práctico. El arte es un metalenguaje a través del cual los
hombres tratan de comunicarse entre sí, conocerse y asimilar sus experiencias”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario