viernes, 14 de diciembre de 2012

El Espía que Sabía Demasiado (Thomas Alfredson, 2011)



Viajaba en un avión en medio de un dolor insoportable de columna vertebral y desesperado buscaba un analgésico visual que me obligara a concentrarme en algo que no fueran las dolorosas horas que me faltaban para llegar a mi destino. Entre todo el horror fílmico que la aerolínea ofrecía, se encontraba aquella película que no pude ver en cines porque se me pasó de cartelera; y es que es terrible cuando grandes películas, pero humildes, tienen el infortunio de enfrentarse a titanes fílmico/mercadológicos.


Pues bien, decidí ver esa película que no vi en cartelera protagonizada por Gary Oldman, a quien le tengo gran fe, sin embargo, no sabía que me enfrentaría a uno de sus más grandes filmes, con un aire chapado a la antigua. En materia visual es curioso y hasta raro de repente ver en esta época el grano en la película, porque la tendencia tecnológica cada vez va prescindiendo más el recurso analógico, o simplemente la característica de “grano” se agrega en after effects. No es el caso de este hermoso filme que retoma no sólo la época de la guerra fría sino que su visualidad se encuentra igualmente enmarcada en este contexto, gracias a la decisión de filmarla de manera analógica. Todo esto contribuye a un argumento visual impecable donde Gary Oldman es un agente de la CIA que debe descubrir a un “topo” infiltrado en su operación y que trabaja para el infame “Karla” nombre clave de la KGB. La película se desarrolla de manera magistral entretejiendo una intriga que mantiene al espectador al borde de su silla sin tener idea de quien cuidarse ni de quien es en realidad el topo y todo para descubrir la misteriosa operación llamada Witchcraft o brujería.


Oldman domina la escena como el maestro que es, en una película que desarrolla la intriga de manera argumentativa y fotográfica y que se toma su tiempo para cada escena recurriendo al más puro espíritu del Noir que me remitió sin duda al Halcón Maltés; el misterio se encuentra en la fotografía y sus claroscuros que en todo momento velan la verdad y nos impiden saber quién es el gran infiltrado de Karla.

Sin duda es algo que no se deben perder si son amantes del Noir y de los espías, y que va en contra de la concepción que se tiene hoy en día del género a raíz de la trilogía (tetralogía) de Jason Bourne, la cual cambió por completo el género. Tailor, Tinker, Soldier, Spy responde a una lógica de otro tiempo donde el argumento es el misterio que envuelve a los espías y a su annubarrada profesión. Como nota al margen, en efecto, me olvidé del dolor de espalda infame en el que me encontraba para verdaderamente encontrarme inmerso en la trama.




2 comentarios:

  1. soy fan de gary oldman! buen texto. hubiera estado interesante que desarrollaras ese último punto de que: "y que va en contra de la concepción que se tiene hoy en día del género a raíz de la trilogía (tetralogía) de Jason Bourne, la cual cambió por completo el género". ¿a qué te refieres exactamente? ¿qué elementos o factores?

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  2. en su forma, Jason Bourne le da al género de espías una vertiginosidad que afecta al mismísimo James Bond, 276 cortes en una secuencia de 8 minutos no te dejan ni respirar y esto altera la forma completa del género de espías el cual responde a una lógica Bourne, baste ver la última el 007

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