Por: Edgar Meritano
Viajaba en un avión en medio de un dolor insoportable
de columna vertebral y desesperado buscaba un analgésico visual que me obligara
a concentrarme en algo que no fueran las dolorosas horas que me faltaban para
llegar a mi destino. Entre todo el horror fílmico que la aerolínea ofrecía, se
encontraba aquella película que no pude ver en cines porque se me pasó de
cartelera; y es que es terrible cuando grandes películas, pero humildes, tienen
el infortunio de enfrentarse a titanes fílmico/mercadológicos.
Pues bien, decidí ver esa película que no vi en
cartelera protagonizada por Gary Oldman, a quien le tengo gran fe, sin embargo,
no sabía que me enfrentaría a uno de sus más grandes filmes, con un aire
chapado a la antigua. En materia visual es curioso y hasta raro de repente ver
en esta época el grano en la película, porque la tendencia tecnológica cada vez
va prescindiendo más el recurso analógico, o simplemente la característica de
“grano” se agrega en after effects. No es el caso de este hermoso filme que
retoma no sólo la época de la guerra fría sino que su visualidad se encuentra
igualmente enmarcada en este contexto, gracias a la decisión de filmarla de
manera analógica. Todo esto contribuye a un argumento visual impecable donde
Gary Oldman es un agente de la CIA que debe descubrir a un “topo” infiltrado en
su operación y que trabaja para el infame “Karla” nombre clave de la KGB. La
película se desarrolla de manera magistral entretejiendo una intriga que
mantiene al espectador al borde de su silla sin tener idea de quien cuidarse ni
de quien es en realidad el topo y todo para descubrir la misteriosa operación
llamada Witchcraft o brujería.
Oldman domina la escena como el maestro que es, en una
película que desarrolla la intriga de manera argumentativa y fotográfica y que
se toma su tiempo para cada escena recurriendo al más puro espíritu del Noir
que me remitió sin duda al Halcón Maltés; el misterio se encuentra en la fotografía
y sus claroscuros que en todo momento velan la verdad y nos impiden saber quién
es el gran infiltrado de Karla.
Sin duda es algo que no se deben perder si son amantes
del Noir y de los espías, y que va en contra de la concepción que se tiene hoy
en día del género a raíz de la trilogía (tetralogía) de Jason Bourne, la cual
cambió por completo el género. Tailor, Tinker, Soldier, Spy responde a una
lógica de otro tiempo donde el argumento es el misterio que envuelve a los
espías y a su annubarrada profesión. Como nota al margen, en efecto, me olvidé
del dolor de espalda infame en el que me encontraba para verdaderamente
encontrarme inmerso en la trama.
soy fan de gary oldman! buen texto. hubiera estado interesante que desarrollaras ese último punto de que: "y que va en contra de la concepción que se tiene hoy en día del género a raíz de la trilogía (tetralogía) de Jason Bourne, la cual cambió por completo el género". ¿a qué te refieres exactamente? ¿qué elementos o factores?
ResponderEliminaren su forma, Jason Bourne le da al género de espías una vertiginosidad que afecta al mismísimo James Bond, 276 cortes en una secuencia de 8 minutos no te dejan ni respirar y esto altera la forma completa del género de espías el cual responde a una lógica Bourne, baste ver la última el 007
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