Por: Victoria Martínez
No soy pervertida
–pervertida negación- pero el estudio de los actos humanos más pervertidos me
resultan un fetiche–la pervertida discerniendo a la perversión-, no soy
estudiosa de la psique, pero recurro a todo aquello que me de una pista
reflexiva y esclarecedora sobre el qué, por qué, dónde, cuándo y cómo de la inmoralidad,
vicio, depravación, corrupción, pecado, desenfreno (et. al).
Charlando
con un psicólogo profesional, se llegó a la conclusión de que el ser se
pervierte fácilmente gracias al olvido de su meta inicial y final, se pervierte
por una mala suerte de vivir alienado dentro de su aparente alineación. Así,
nuestros personajes creados de la mente japonesa de Sion Sono (no sólo cineasta
controversial, también poeta y performancero avant-garde), nos permiten
atestiguar perversiones –antinaturas
o no- específicas como la pedofilia, la poligamia, la envidia, el vouyerismo, y
detrás de todo esto las consecuencias de las traumáticas secuelas para las
protagonistas.
Mitsuko, de
puberta edad, es víctima de abuso por parte de su asqueroso–demográfica y
psicológicamente- padre. La seducción del adulto hacia la menor se deja ver sin
pudor en los primeros minutos de la película, así como la perturbación visual
de la niña. El mundo fantástico donde deposita su realidad sigue siendo
igualmente desgarrador: personajes bizarros, estéticamente atractivos pero
complejamente amenazadores a causa de sus rostros vanidosos, indiferentes,
eufóricos, romanos. El circo es extraño porque no sólo se hacen presentes
risas, payasos, cuerdas flojas, mucha lentejuela, pestañas postizas, también
hay muerte y, como en todo Colosio, el espectador se vuelve más sediento y más
alegre mientras más sangre corra.
El
circo es extraño porque es una pesadilla que se esfuerza por ser divertida para
no matar a la carnada, al alma dañada, autora de los monstruos que la habitan.
La historia en el plano “real” y aquella en el plano onírico se incentivan al
unirse la perversión –la más cruel, quizá- de la madre de Mitsuko, a quien
posteriormente veremos ser protagonista de la segunda historia cuando
transfiere su personalidad, bastante perjudicada, a una famosa escritora de
novela erótica que responde al nombre de Taeko.
La madre de
Mitsuko materializa el desorden mental que provoca la envidia madre-hija;
ustedes se preguntarán cuando existe incesto por parte del padre a su hija bajo
un mismo techo, ¿pues qué la madre no se dio cuenta? Desgraciadamente, muchas
veces no, desgraciadamente en la película pasa lo contrario y el instinto del
personaje es tan negro y enfermizo que en vez de salir huyendo de la casa
borbonesca junto con la víctima, se queda a reproducir el abuso cuyo final
deriva en asesinato.
Fin de la historia
truculenta. Podrán ustedes imaginarse el segundo cuadro argumentativo: las
consecuencias de una infancia ultrajada y de (sobre)vivencia con un padre cuya
cura a su repulsiva práctica del sexo sucio no es más que la muerte. Como
segunda historia tenemos a la novelista Taeko (antes madre de Mitsuko), con
visible deficiencia física y literaria deficiencia mental. Lo ocurrido hace
años se canaliza en el oficio del escriba mostrado al mundo y recompensado por
curiosos de la vida de la escritora, dama loca, locuaz, elegante, adinerada,
mística, solitaria, quien alimenta su venganza con tallarines dados al
esposo-padre violador mientras pasa sus últimos días de vida en el interior de
un estuche de cello, mutilado de sus extremidades. Con esto, el refrán sobre
“cría cuervos y te sacarán los ojos” ofrece su moraleja visual.
Es tal la
personalidad de los escritos de Taeko que Yuji, su nuevo, joven y andrógino
ayudante, se da a la tarea de quitarle el secreto al enigma que aquellos
ofrecen. Así, el final de la película logra ser espectacularizado de más por la
dirección. La venganza no solamente se sirve fría –en el sentido metafórico de
la palabra y la escena-, sino dramática, sobre expresiva y tumultuosa. Es en ese
punto, al descubrir la personalidad de la autora y su ayudante, donde
probablemente debemos tomar la decisión de quedarnos o no con Circo Extraño y
la forma (¿extraña?) con que Sion nos demuestra un caso de la vida real.
Tratada
con el sello de una producción japonesa contemporánea, es decir, desatinada,
pausada, con poco afectismo al que los occidentales estamos acostumbrados, todo
ello en medio de una bella escenografía y musicalización (es intrigante como
los orientales pueden ejecutar y usar tan emotiva y acertadamente las obras
clásicas, será que son artistas con el lado izquierdo del cerebro bien
desarrollado), Circo Extraño refleja impaciente la fragilidad psicológica del
ser humano, la forma en que el desentendimiento entre una pésima realidad y el
sueño llega a explotar haciendo disturbios en la mente y en las acciones.
Podrán decir que la narrativa del guión literario y visual es salvaje, pero a
mi forma de ver, no es más salvaje que la realidad del incesto involuntario y
violencia intrafamiliar que viven muchos niños, jóvenes y adultos.
¿dónde se consigue? ¿con el pirata más cercano? sobre tu idea de... sobre el qué, por qué, dónde, cuándo y cómo de la inmoralidad, vicio, depravación, corrupción, pecado, desenfreno... difiero ya que no siempre hay un qué...
ResponderEliminarDisculpa, no entendí sobre tu diferencia. Cuando habló sobre vicio, depravación, etc., me referí a las características de los personajes, sobre todo a la relación víctima-victimario-víctima, ciclo de venganza instintiva en el hombre cuando se trata de un trauma psicológico poco o nulamente salvable.
ResponderEliminarAy Dios. Esta película se ve bien fumadota jajajaja.
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